Una persona sufre de obesidad cuando tiene una excesiva cantidad de grasa corporal. Es un problema que, a más de tener repercusiones estéticas, conlleva riesgos importantes para la salud, ya que desemboca en cardiopatías, diabetes, hipertensión, cáncer, e inclusive emocionales ligadas a la autoestima (depresión, problemas sexuales, culpa, aislamiento social, disminución del rendimiento escolar/laboral).
Esta enfermedad se diagnostica cuando el índice de masa corporal (IMC) es igual o mayor que 30, y puede ser adquirida a partir de malos hábitos alimenticios, sedentarismo y consumo de alcohol, entre los principales factores. Sin embargo, esta enfermedad también puede ser hereditaria y como consecuencia de trastornos metabólicos y hormonales.
La obesidad, por lo general, se previene y controla con:
El tratamiento de la obesidad supone un plan completo de modificación de hábitos alimenticios, de actividad física, psicoterapia e intervención conductual. Aun así, en ciertos casos, el tratamiento es complementado con una variedad de fármacos que son definidos por el médico tratante y su ingesta es controlada por este.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), para el año 2019 el país tuvo una incidencia de sobrepeso y obesidad de 35,4% en niños de 5 a 11 a años de edad tienen sobrepeso y obesidad. En adultos de 19 a 59 años, estos trastornos alimenticios tuvieron un aumento significativo de 0,7 % en cuanto a sobrepeso y 1,18 % en cuanto a obesidad, frente a cifras alcanzadas en 2012.